Ocuridad: la maldición de los capítulos cortos

"Me sumerjo en el libro y es un naufragio dulce"

Me llamo Alma. Sé que esto no os dice nada, me doy cuenta. Pero es la única certeza que tengo. Lo único que de verdad me importa. Mi nombre, mi alma. ¿De qué color es? Negra. Como la Ciudad donde vivo y el aire que respiro. Qué rápido es el paso de la luz a la oscuridad, de la convicción a la duda. Como un pestañeo, como un sueño del que despiertas para descubrir que nada es como antes. ¿Que por qué os cuento todo esto? Para alertaros de que las cosas no ocurren por casualidad y de que la vida está plagada de señales que no se deben ignorar. Incluso la mínima desatención pasa factura, siempre. Por eso os contaré mi historia, si queréis leerla. Pero os advierto desde ahora: estad preparados porque nada es una fábula.

¿Qué es la maldición de los capítulos cortos? Muchos ya lo sabréis porque lo habréis sufrido en vuestras propias carnes:
Cojo un libro e inocente de mi, empiezo a leer, acabo el primer capítulo y me doy cuenta de que sólo tiene cuatro páginas. Me alegro porque así no tendré que dejar un capítulo a medias cuando tenga un poco de prisa. Pero como ya he dicho fui muy inocente. Llegan las diez de la noche, me acurruco bajo las sábanas y empiezo a devorar palabras, frases, párrafos, frases, capítulo... los ojos empiezan hacerme chiribitas y miro el reloj, las doce de la noche... venga un capítulo más y ya, bueno... otro... otro... tro... ro... o... o... la una de la mañana.

Y para qué os suelto todo este royo, porque quedáis advertidos, si juntamos una historia que engancha con unos capítulos muy cortos... a la mañana siguiente no hay quien se levante para ir a clase.

En esta historia encontramos una mezcla de la cruda realidad, con misterio y una pizca de fantasía. Sin escenas con sobredosis de azúcar, ni enamoramientos repentinos.
Pero, lo reconozco, al principio del libro no soportaba a la protagonista, aunque después cuando empecé a entender el porqué de su comportamiento ya fue otra cosa, y por lo menos no dan ganas de darle dos leches cada dos por tres para que espabile.

Ah, y no nos olvidemos del chico (me he vuelto a enamorar ♥). Misterioso... ¿peligroso? se supone que no, pero... yo no me fío un pelo. Porque muchas preguntas quedan por resolver después de este libro, en realidad no es que queden muchas... más bien quedan todas.

Después de ser perseguida por la maldición de los capítulos cortos y tener más preguntas sin respuesta que cuando empecé...

Gracias a Roca editorial