Por fin... la espera... terminó

He descubierto peces a montones, vampiros, alguna bruja y algún guerrero/a. Incluso se por una buena fuente que el pulpo Paul, sí, ese que todos conocemos, en su otra vida era un pulpo y también se llamaba Paul, no me lo podía creer *o*

Pero también he visto muchas faltas de ortografía... hay que revisar los textos que se envían a los concursos chic@s.
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Y algunos me habéis sorprendido con vuestras ideas locas, que me han encantado, pero sólo puede haber un ganador.
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Como ya he dicho alguna vez, mi gmail se llenó de peces, pero al contrario de lo que las estadísticas podrían marcar, los tres finalistas han sido dos vampiros y un pez.
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Un pez bastante gracioso la verdad, un vampiro al que le gustaba mucho soñar y otro que tenía mucha sed, pero claro, sólo uno puede ganar...
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Por original, por marearme más que una perdiz, por recordarme una película que hace poco vi, por dejarme con la duda como el final de esa peli, por esas lágrimas rojas...

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MR

¡Felicidades!

La Vampira/Vampiresa/Comoquieraquesellame que sobrevivió a la invasión de peces.
Esta es la otra vida de nuestra ganadora:

Me desperté de un salto, asustada por el sueño – o más bien pesadilla- que aún seguía martilleándome la cabeza. Sentí un dolor agudo en la parte izquierda de mi cuello, y mi mano se posó allí automáticamente. Las yemas de mis dedos sentían dos bultitos debajo. Los toqué con suavidad y proferí un grito agudo cuando miré mis dedos manchados de sangre. Me levanté rápidamente y me dirigí al gran espejo que estaba en la pared. Giré la cabeza para ver mejor aquella extraña herida y volví a gritar cuando observé que encima de esos pequeños bultos había dos puntos centrales no muy grandes. Era imposible. Mi sueño, pesadilla o lo sea, se había hecho realidad. Eso me había mordido. Desesperada salí a trompicones de mi habitación esperando que alguien me despertara de esto. En cuanto salí al pasillo se me cortó la respiración. Había una puerta negra; una puerta que jamás había estado allí. A ambos lados de ésta habían dos paredes igual de negras y el suelo de parquet tenía dibujado gotas rojas: lágrimas de sangre. Alargué una mano, giré el pomo y sentí el contacto cálido, casi ardiente, del hierro sobre mi mano. La puerta se abrió con un chirrido. No podía ver nada, así que avancé, adentrándome en la oscuridad. Cuando mis ojos se acostumbraron a la penumbra pude ver que en medio de la habitación había una cama y, encima de ésta, alguien permanecía quieto. Vi como en una de las paredes una ventana empezaba a formarse. Una hermosa luna llena aparecía en el cielo y el exterior estaba rodeado por campos; campos negros con olor a humo: se estaba quemando, había fuego por todas partes. Me acerqué poco a poco a la cama y me sorprendí al ver a dos personas abrazadas tan fuertemente como si estuvieran pegadas. Eran un chico y una chica, y aunque apenas podía ver sus caras, eran asombrosamente hermosos. Hablaban en susurros por lo que tuve que agudizar el oído para entenderlos:
- Sabes que no voy a dejarte – le decía él pegándose todavía más a ella.
- Quiero que vivas y encuentras a alguien más – le contradecía ella hundiendo más la cara en su pecho.
- Si morimos, morimos los dos, los dos juntos – juró el chico con un tono de sufrimiento.
- Te quiero, V.
- Te amo, MR.
¿MR? ¿Cómo era posible? La chica levantó la cabeza y pude verle claramente el rostro a la luz de la luna: era yo. Quería salir corriendo y despertar de aquella pesadilla, pero cuando me giré la puerta había desaparecido, mientras que en la pared de enfrente volvía a formarse otra. Salí corriendo despavorida y cuando la abrí, un inmenso bosque apareció ante mis ojos. Atrás dejé el fuego que se acercaba todavía más y amenazaba con consumirlos poco a poco.
Eché a correr otra vez, pero me detuve cuando oí que varios arbustos se movían a mi alrededor. Paso a paso, me acerqué sigilosamente, aparté unas ramas espinosas con las manos desnudas y todavía cubiertas de sangre, y volvía sentir la misma sensación de antes cuando observé un cuerpo tirado en el suelo y ensangrentado. Encima de éste había una chica que se separaba lentamente de su cuello, el cual tenía la carne desgarrada. Cuando fijé los ojos en la chica asesina sentí que un nudo se me formaba en la garganta: era yo, volvía a ser yo. Había matado a una persona y me estaba alimentando de ella. ¿Qué era esto? ¿Quién era yo? Una puerta volvió a aparecer a mi lado. Temblorosa, me acerqué, miré por última vez la hermosa luna llena igual a la que había observado tras la ventana y me alejé de la oscuridad.
Una luz me deslumbró. Esta vez no era de noche y el lugar donde me hallaba me era vagamente familiar. Observé el jardín verdoso y lleno de flores que me rodeaba: era mi jardín. Una imagen empezó a formarse ante mis ojos. Había una niña pequeña correteando, huyendo entre risas de un hombre que la perseguía, también sonriente. Mis ojos empezaron a humedecerse cuando me di cuenta de que éramos mi padre y yo, el último día que lo vi con vida antes de que desapareciera, antes de que ese animal lo matara. Lo único que recordaba de aquel día eran unos colmillos afilados ciñéndose sobre él en la oscuridad. El hombre alcanzó a la pequeña, la levantó y empezó a dar vueltas en el aire.
- Papá – susurré con mi rostro bañado en lágrimas.
Cerré fuertemente los ojos y cuando los abrí la imagen había desaparecido. Corrí hacia el centro del jardín y una nueva apareció debajo de un sauce: volvía a ser yo, pero esta vez era como ahora. Estaba escribiendo en mi viejo diario. Podía sentir la melancolía a esa distancia. Entonces una sombra cruzó por encima del árbol y se posó detrás de mí, de mi imagen. Yo ni siquiera era consciente de que había algo y eché a correr para avisarme a mí misma, pero era imposible, no me oía. La sombra tomó forma y alargó el brazo, me cogió por el cuello y me mordió en la garganta. El diario quedó tirado en el césped. Lo único que vi fueron unos colmillos. Colmillos. Vampiro. Todo a mi alrededor empezó a dar vueltas y me veía a mi misma a través de las imágenes que pasaban unas tras otras. Eran muy borrosas, pero podía distinguir la sonrisa de mi padre, las caricias de mi madre, mi infancia, mi adolescencia, todo pasaba en cuestión de segundos. Un fotograma se detuvo delante de mí. Era un chico, alto, con piel aceitunada, ojos muy verdes, el pelo castaño y con aspecto siniestro. Era el chico que había visto en la cama conmigo en aquella habitación. Salió de la imagen y se acercaba a mí lentamente. Su belleza era abrumadora. Me cogió el brazo con gesto suave, mientras que con la otra mano me acariciaba el pelo cariñosamente. Se inclinó para besarme. Cerré los ojos. Esperé. Al ver que no pasaba nada volví a abrirlos y esta vez vi a una sombra oscura alargando un brazo. Intenté gritar de desesperación, pero estaba paralizada. Me cogió del cuello y con un movimiento rápido abrió la boca, me enseñó sus colmillos y me mordió.
Desperté en mi habitación. Estaba tirada en el suelo. El ambiente olía a sangre. Una sombra salió de la penumbra y se acercaba. Se quedó parada a un metro de distancia de mí. Una luz cegadora salió desde su interior y tuve que cubrirme los ojos para no deslumbrarme. Cuando los abrí, él estaba ahí. Aquel chico oscuro, pero a la vez hermoso, me miraba fijamente con los ojos inyectados en sangre.
- ¿Te he asustado? – me preguntó con una sorpresa demasiado fingida – Perdona, lo único que quería era tener un tiempo para nosotros dos – se disculpó con una sonrisa maligna en la cara.
- ¿Quién eres? –le pregunté con miedo - ¿Qué está pasando?
- Oh ¿De veras no sabes quién soy? – me preguntó en tono burlón – Me siento ofendido.
Se acercó más hacia mí.
- Soy V, mi amor – me dijo mientras se arrodillaba y alargaba una mano para tocarme el pelo.
- No conozco a ningún V – le recriminé tajante y le aparté su mano de mí.
- Lo sé, pero pronto lo harás – me confesó en un tono dulce – Simplemente no podía esperar el momento y quería estar contigo ahora.
- ¿Qué me has hecho?
- Nada, todavía. Pero a los demás sí. Supongo que te habrás dado cuenta. – me susurró - Quiero que estés conmigo lo más pronto posible.
- ¿De qué hablas? ¿Qué quieres de mí?
- Todo aquello que has visto será o es tu nueva vida. Lo demás está muerto o pronto lo estará… Quiero que seas mía – me dijo mientras se acercaba más y clavaba sus colmillos en mi cuello.
Desperté. Estaba en mi cama, empapada en sudor. “No es real, no es real” me repetía a mí misma.
- Cariño, ya ha llegado tu nuevo tutor – me gritó mi madre mientras golpeaba la puerta.
La abrió al ver que no le contestaba.
- Este chico se ha ofrecido para darte clases en lo que queda de verano – me dijo sonriente – Anda, pasa, pasa – le decía a alguien que había a su lado, pero que no conseguía ver – Hija, este es Vladimir, tu nuevo profesor.
Él apareció. No podía ser. Vladimir. V. Clavó su mirada en mí. Sus ojos de un color verde intenso se transformaron y se volvieron rojos, inyectados en sangre. Me sonrió.
Desperté. Volvía a estar en mi habitación, pero esta vez no había nadie. “Ya estás despierta, esta vez sí lo estás” me decía mi interior mientras observaba la hermosa luna llena tras la ventana. Me miré en el espejo y entonces me di cuenta de mis ojos; eran rojos y mis labios curvados enseñaban los colmillos. Lágrimas rojas comenzaron a salir: lágrimas de sangre. La cara del vampiro se reflejó en el espejo y me sonrió, forzándome a despertar otra vez.

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